viernes, 9 de diciembre de 2016

¿Miedo al fracaso, al éxito o a intentarlo?

En este espacio ya hemos abordado el tema del fracaso y cómo el vivirlo (o sufrirlo) puede servirnos de elemento “motivador” para salir adelante en nuestros empredimientos. Incluso hay propuestas interesantes (ojo, solo interesantes) que lo llevan a niveles literalmente “institucionales” cuando vemos por ejemplo la creación del Instituto del Fracaso.

Es común también escuchar afirmaciones del tipo “miedo al fracaso” o su contraparte “miedo al éxito”, y ambas reafirman la angustia que se sufre ante el riesgo de sufrir un daño, en la mayoría de los casos solo imaginario. Existe otro tipo de miedo muy similar pero me parece de una mayor complejidad: el miedo al cambio. Lo complejo se deriva de que simple y llanamente se elige mantener las cosas como están de manera permanente sin la menor posibilidad de modificación. En otras palabras, nos mantenemos en nuestra zona de confort.

Al realizar mis actividades cotidianas en el tema emprendedor, lo que me he encontrado ha sido el miedo, sí, pero ‘antes de’ y no ‘después de’. El espíritu del emprendimiento vive dentro de la mente de algunas personas en un permanente análisis del futuro: “cuando por fin vaya a iniciar mi empresa…”, “ya que comience la producción”, “el día que reciba el préstamo entonces…”, “iremos creciendo poco a poco”, “si todo marcha bien…”.

Se trata de un temor por el posible resultado mucho antes de comenzar a actuar, de manera similar a esas abuelas que deciden no ir al doctor por temor a que les diagnostique alguna enfermedad, y si ésta es incurable, mucho peor. Ante formas de pensar tan catastrofistas, no deberían extrañarnos las cifras de muertes por enfermedades que no se detectaron oportunamente y que pudieron haberse evitado, pero el miedo al diagnóstico lleva la delantera.

Me parece que ese temor a lo futuro aunque sea incierto, podría llamarse “terribilitis”, término acuñado por el español Rafael Santandreu y que lo define como la tendencia a decirse que cualquier adversidad es terrible, aunque para este autor solo puede ser terrible no poder dormir, comer o beber y sugiere aprender a no terribilizar sobre situaciones cotidianas: perder un tren, entregar una tarea a tiempo, ser puntual, hacer las cosas bien en el trabajo…

Y yo agrego por supuesto que debemos aprender a no terribilizar por emprender ya que el emprendimiento es precisamente una situación cotidiana y no extraordinaria como mucha gente lo cree. Hay doctores, arquitectos, vigilantes, policías, políticos, maestros y empresarios. Todas las personas elegimos una actividad preponderante y quizás rutinaria, pero es finalmente una elección y como tal, cambiable.


¿No me gustó el emprendimiento que inicié? Cambiaré de giro. ¿No tengo los ingresos que esperaba? Buscaré otra estrategia. ¿Las ventas van a la baja? Es tiempo de innovar. Espero que hayas notado que la posibilidad de cambio es ‘después de’ actuar, no antes. La única manera en la que podría yo sentir verdadero temor por lo que puede ocurrir, sería si fuese capaz de leer el futuro, no solo de imaginarlo. 

Y si soy capaz de imaginar que mi empresa puede fallar, entonces puedo imaginar que va a funcionar. Ambas opciones tienen las mismas posibilidades de ocurrir. Y creo en la posibilidad de que opines sobre este post. 

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