viernes, 11 de noviembre de 2016

El empresario heroico

El adjetivo se toma prestado del libro “Ensayos de Tecnodicea”, escrito por el filósofo español Manuel Luna Alcoba y en donde nos habla del heroico inventor afirmando que “resulta muy habitual, a la hora de racionalizar la historia de la tecnología o a la hora de hacer filosofía, aislar la aparición de una tecnología de su contexto. Es entonces cuando surge la figura del inventor. El inventor es un individuo noble y heroico que, luchando contra las adversidades, logra una patente que cambiará el mundo”.

Y si de conceptos idealistas se trata, es todavía más descriptiva la definición contenida en el  Diccionario de la creatividad. Ricardo López Pérez (2001) que reza “[…] los inventos surgen plenamente desarrollados de la mente de una persona excepcional. Se trata de un aporte que directamente surge del gesto solitario de seres superiores, que no dependen del patrimonio de su época, del saber acumulado, de procesos sostenidos, ni de las influencias de otras personas”.

¿Verdad que estas afirmaciones resultan aleccionadoras, y hasta provocativas? ¡Quién no desearía convertirse en inventor después de leerlas! Sin embargo amigo lector, si reflexionaste con detenimiento y suficiente crítica, habrás descubierto que los inventores en la vida real ¡no son así! Para que una innovación salga al mercado es necesaria la integración de varios factores interrelacionados entre sí como el mercado, los recursos financieros, la industria, las regulaciones gubernamentales, los investigadores, las relaciones públicas, la disponibilidad tecnológica…

Es así como podemos asumir que no existe ese  inventor heroico encerrado en su laboratorio y alejado del materialista mundo empresarial. El inventor necesita ser también un hombre de negocios  que se mantenga al tanto de lo que sucede en su industria, cuidando sus invenciones mediante el registro de patentes y beneficiándose de ellas a través de su explotación, su venta o licenciándolas.

Ahora pasemos de lo inventivo a lo empresarial, en donde el mito se construye alrededor del empresario heroico. Ese personaje que al igual que el inventor, gesta en su mente prodigiosa una idea de negocio innovadora (un producto, un servicio, un concepto) y sin más recursos que su propia iniciativa, se juega el todo por el todo para construir su empresa, generar empleos y contribuir al desarrollo de la sociedad que lo cobija.

Que existan los mitos no tiene mayor relevancia, salvo que el empresario se los crea. Es ahí cuando surgen los problemas. Si un empresario que cuenta con un emprendimiento de reciente creación y un relativo de éxito empresarial se siente motivado a equiparar su historia con la de Bill Gates, Howard Schultz o Richard Branson, seguramente necesita informarse un poco más y también esperar otro poco más. Estas historias llevan acumuladas al menos cuatro décadas de aciertos, desencuentros, errores, dudas, desvelos, litigios, competencia feroz y también satisfacciones.


Cada uno de estos “héroes” aprendió en carne propia lo que implica correr riesgos desmesurados, creer que su producto es infalible y el costo de no tomar en cuenta la opinión de sus colaboradores cercanos. El consejo final. No te consideres un empresario heroico a menos que sepas lo que esto significa. Y heroicamente comenta sobre este post. 

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